miércoles, 20 de junio de 2012

LA PARÁBOLA DEL GRANJERO Y EL CAMPO DE TRIGO





He oído una antigua parábola; debe de ser muy antigua, porque por aquellos tiempos Dios vivía en la tierra. Un día se le acerco un hombre, un viejo grajero, y dijo:

- Mira, puede que seas Dios y que hayas creado el mundo, pero tengo que decirte una cosa: no eres un granjero. No conoces ni el ABC de llevar una granja. Tienes algo que aprender.

- ¿Qué me aconsejas?- dijo Dios.

- Dame un año de tiempo y durante ese periodo deja que haga las cosas a mi manera para ver qué pasa. ¡La pobreza será barrida de la faz de la tierra!



Dios aceptó: concedió un año al granjero.

Naturalmente éste pidió las mejores condiciones: nada de tormentas ni vientos fuertes, ningún peligro para la cosecha. Todo era cómodo, agradable, y él se sentía muy feliz. ¡El trigo crecía tanto! Cuando quería sol, tenía sol; cuando quería lluvia, tenía lluvia, toda la que quería. Aquel año todo era correcto, matemáticamente correcto.

Pero cuando se cosechó, no había nada dentro del trigo. El granjero estaba sorprendido. Y preguntó a Dios:

- ¿Qué ha pasado? ¿Qué ha fallado?

- Como no había desafíos- dijo Dios-, como no había conflicto ni fricción, como evitaste todo lo malo, el trigo permaneció impotente. Es imprescindible luchar un poco. Las tormentas son necesarias, los rayos y truenos son necesarios. Ellos agitan el alma dentro del trigo.



DESAFÍO



Esta parábola es de inmenso valor. Si sólo eres feliz y feliz y feliz, la felicidad perderá todo su sentido. Será como si alguien escribiera con tiza blanca en una pared blanca. Nadie será capaz de leerlo. Tienes que escribir en una pizarra negra; entonces se puede leer. La noche es tan necesaria como el día. Y los días de tristeza son tan esenciales como los días alegres.

A esto es a lo que yo llamo comprensión. Una vez que lo entiendes, te relajas; y en esa relajación está la rendición. Dices: “Que sea tu voluntad”. Dices: “Haz lo que te parezca correcto. Si hoy hacen falta nubes, dame nubes. No me escuches, mi comprensión es limitada. ¿Qué sé yo de la vida y sus secretos? ¡No me escuches! Sigue haciendo tu voluntad”.

Y, poco a poco, cuanto más veas el ritmo de la vida, el ritmo de la dualidad, el ritmo de la polaridad, menos preguntarás, menos elegirás.

Éste es el secreto. Vive con este secreto y ve su belleza. Vive con este secreto y te sobrevendrá la sorpresa: ¡Qué grandes son las bendiciones de la vida! ¡Cuánto se te está dando a cada momento!