martes, 15 de septiembre de 2009

por quien no pueda enlazar y le apetezca leer postrelato I


Estos papeles, dispersos, deslavazados y ofrecidos hoy al lector en el mismo orden en el que fueron hallados (si su disposición horizontal en el suelo de una granja aislada puede considerarse un orden), no llevaban firma visible, ni el cuerpo sin vida que yacía a pocos metros pudo, evidentemente, facilitarnos más datos de los conocidos. Según el dictamen forense, el cadáver que, en avanzado estado de descomposición, custodiaba la puerta, correspondía a una mujer de mediana constitución... Tenia la mirada perdida, con un gesto de incontenible tristeza, la expresión de un ser que segundos antes ya había deseado morir. Solamente fui capaz de observar la mancha de una cicatriz que asomaba bajo la manga del vestido a la altura de las muñecas. Pase mi dedo por esa pequeña hendidura, alargada, rugosa, sintiendo un pequeño escalofrío de paz que en ese momento me atravesó el alma. En un breve instante, recordé a cámara lenta cuando la encontré, la desesperación que brotó en mi, el instante de negrura inmensa en la que me sumergí, sin saber porque había ocurrido….la expresión de alivio de su rostro me enloqueció aun mas. Yo ahora me quedaba allí, sumido en la desesperación más inquietante sin saber porque ella quiso retirarse. La angustia había vuelto. Abrí los ojos, y regrese al lado de esa mujer desconocida, muerta, a la que ahora estaba acariciando las muñecas…. con la dulzura mas inmensa. Pertenecían a otro tiempo…sus heridas, pero siempre estuvieron ahí. Pensaba que pronto podría yo estar en esa situación, pasar por miles de avatares vitales, queriendo huir de ellos, para finalmente sobrevivirlos, hasta que un día, cuando ya no valiera la pena pelear, acabar así, con miles de cicatrices que hubieran adivinado mi muerte. Mi madre parecía feliz, siempre una sonrisa…, a la vez que una mirada perdida en busca de su lugar de reposo. Parecía feliz, una felicidad de cuento, sin nada más que su sonrisa para poder comunica su angustia. . Pero allí, en el fondo de sus ojos, siempre veía lo mismo, desasosiego, complacencia infinita que ella no elegía, y una voz que desde el fondo de su alma decía, necesito no estar,…necesito irme, no puedo soportar la magnitud de la desesperanza mas implacable. A pesar de los años que habían pasado, siempre tuve la misma idea dentro de mi cabeza, el terminar igual que ella, siempre con una inmensa carga en mi interior, siempre con las ideas de la búsqueda de un rincón donde poder ser yo, solamente eso, ser yo. La mujer allí tendida, seguía recordando a mi madre….y a mí en un futuro
07 Septiembre 2009, 12:23

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